8/5/15

+ La Lluvia +

La lluvia llena tus ojos. Casi no puedes verme aquí en la aduana, entre la muerte y la vida. Pero me encontrarás atrás de la cortina de lluvia negra que nos separa. Y ese será el fin.
Pero, ¿sabes qué? Nunca me he sentido tan vivo como ahora, con mi vida colgando de los hilos de mis dedos. Gracias por eso. Hay tranquilidad al enfocar completamente en nuestra sobrevida. Una meditación mental sin ninguna preocupación por lo mundano.

Como con qué cocinar para la cena esta noche.
O cómo arreglar mi televisor roto.
Como qué documentos tengo que firmar para el divorcio. 
Como la multa de tráfico que no he pagado.
Como cuánto tiempo durará mi vida insufrible.

Porque aquí, mirando tu cara cuadrada gotear sangre diluida por la lluvia, veo a un dios indescriptible.  Un dios que yo no pude encontrar en treinta años de iglesias y veneración. Un dios crudo.

Con una santidad oxidada. 
Con sus orillas rasgadas como ropa vieja.
Con sangre en su cara y lluvia en sus ojos.
Con mi vida insufrible en sus manos gruesas.

            ¿Qué pasará cuando los hilos se rompan? ¿Qué pasará cuando caiga a la profunda columna de esta ciudad, que brilla frenéticamente a pesar de la manta de lluvia que nos envuelve? ¿Me sentiré libre finalmente? ¿Me recordarás en tus últimos momentos, tu dios con tu vida en sus manos gruesas? 

No creo que haya sentimientos o pensamientos adonde voy.
Pero quizás te extrañaré.



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