Creo que
generalmente
los pobres,
los que no tienen nada,
son
codiciosos.
Aún así,
pueden bailar con la muerte
y amarse a
sí mismos.
Pueden reír
de sus propias desgracias
y dormir en
paz.
Pueden crear
una pequeña
alma
rica
en
sabiduría.
Ni dios
o el
inocente
de la aldea
se las
quitará.
Desde hace
tiempo,
la pintura
podrida
por su
propia reflexión,
escribía:
“+Váyase
fuera de los límites,
no corra,
no corra con
sus propias fuerzas +al vacío,
no corra
como el viento,
no se queme
como el +diablo.
Sería mejor
que ya paremos de morir”.
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